
En 2024, la provincia de Loja enfrentó una de las peores temporadas de incendios forestales de su historia reciente. Según datos de la Secretaría de Gestión de Riesgos, se registraron 275 incendios que devastaron aproximadamente 32.958 hectáreas de vegetación, incluyendo bosques, pajonales y páramos . El Parque Nacional Podocarpus, una de las áreas protegidas más importantes del país, también sufrió los embates del fuego. Se estima que al menos 124 hectáreas dentro de sus límites fueron afectadas por incendios, especialmente en sectores como San Pedro de Vilcabamba y Quilanga.
Entre febrero y abril de 2025, la Fundación Ecológica Arcoíris (FAI), con el respaldo del CEPF y de FFLA, y en coordinación con el Ministerio del Ambiente, Agua y Transición Ecológica (MAATE), llevó a cabo procesos de formación intensiva para la creación y fortalecimiento de Brigadas Comunitarias Especialistas en Manejo Integral del Fuego (BRICOM) en las parroquias de Yangana (cantón Loja) y El Tingo – Amaluza (cantón Espíndola). En este esfuerzo, las mujeres y jóvenes están dejando huella: conforman el 40% de las nuevas brigadas comunitarias capacitadas para la gestión integral del fuego
Estos espacios formativos —urgentes tras la temporada de incendios del 2024 en el Sur del Ecuador, que dejó cicatrices en decenas de zonas hídricas y en las áreas naturales protegidas como el Parque Nacional Podocarpus y el Bosque Protector Colambo Ycuri— se diseñaron no solo como una herramienta técnica, sino como una plataforma de empoderamiento comunitario, donde la gestión del territorio se construye desde la equidad, el conocimiento y la acción colectiva. Y en esta lógica, las mujeres son las protagonistas a través de su participación en la construcción de los planes de restauración forestal y de prevención de incendios.

En marco de la implementación del Plan Interinstitucional de Prevención de Incendios Forestales (PIIF), 46 brigadistas comunitarios fueron formados (20 en Yangana (Loja) y 27 en El Tingo (Espíndola), con una participación femenina del 40%, un dato no menor en un contexto rural y de alta desigualdad de género. La presencia activa de mujeres en estos procesos —en el aula, en las prácticas, en los ejercicios de liderazgo— no solo rompe estereotipos, sino que fortalece el rol del liderazgo femenino en la gestión del territorio, la protección de fuentes hídricas y la conservación de la biodiversidad.
El contenido del curso para la conformación de las Brigadas Comunitarias (BRICOM) abarcó desde el entendimiento de la ecología del fuego hasta las técnicas seguras de control, pasando por el uso correcto de equipos de protección personal, la organización comunitaria, y una introducción al enfoque de género y generacional en la gestión del riesgo. Además, se recogieron prácticas tradicionales del uso del fuego, y se debatió sobre alternativas agroecológicas, adaptadas a la realidad de los andes tropicales.
En la comunidad de El Tingo, donde los incendios del 2024 pusieron en peligro fuentes de agua y remanentes de bosque nativo, la creación de una brigada comunitaria no es solo una medida de prevención, es una declaración de resiliencia. Jóvenes, madres de familia, agricultores, guardaparques y autoridades locales, trabajan ahora hombro a hombro como primera línea de respuesta comunitaria, en coordinación con los bomberos del cantón Espíndola y el personal del MAATE.
En territorios marcados por la fragilidad ecológica y la memoria del fuego, las comunidades están construyendo soluciones desde abajo. Las brigadas comunitarias BRICOM son un ejemplo concreto de cómo la participación activa de mujeres y jóvenes no solo fortalece la capacidad de respuesta ante emergencias, sino que también transforma las relaciones de sostenibilidad territorial.
Con el apoyo del CEPF y de FFLA, el MAATE, miembros de las áreas protegidas y organizaciones locales, se está sembrando no solo conocimiento, sino también poder colectivo, justicia ambiental y resiliencia. Porque cuidar el bosque también es cuidar a quienes lo habitan.