Cinco campañas de campo refuerzan el conocimiento sobre anfibios amenazados y sus hábitats en los Andes del sur del Ecuador

Como parte del proyecto “Estrategias de Conservación de Anfibios en el Corredor Sangay–Podocarpus”, se ejecutaron exitosamente cinco campañas de muestreo en campo, entre agosto de 2024 y febrero de 2025, de las cuales tres se realizaron en la KBA 45 Montañas de Zapote–Najda y dos en la KBA 86 Gualaceo–Limón Indanza. Estas campañas tuvieron como objetivo evaluar el estado de salud de los anfibios andinos con énfasis en las especies focales Pristimantis pycnodermis y Pristimantis balionotus y generar información sobre la calidad ecológica de sus hábitats.
Durante estas actividades se registraron más de 260 individuos pertenecientes principalmente a las familias Strabomantidae y Hemiphractidae, incluyendo varias especies del género Pristimantis y la emblemática rana marsupial Gastrotheca pseustes. Se destacan los registros frecuentes de Pristimantis pycnodermis, así como la presencia de especies aún no determinadas con certeza taxonómica, lo que abre nuevas líneas de investigación.

Entre los hallazgos más relevantes se encuentran el segundo registro a nivel nacional de Hyloscirtus tolkieni —una especie previamente identificada solo en el Área Protegida Río Negro–Sopladora— y el redescubrimiento de Hyloxalus anthracinus, un anfibio no observado en más de 30 años, lo que representa un hecho de gran valor para la herpetología ecuatoriana y la conservación de especies amenazadas.
La finalización de estas campañas marca un hito crucial para el proyecto, aportando datos científicos esenciales que serán incluidos en el informe final y en el reporte oficial dirigido al Ministerio del Ambiente, Agua y Transición Ecológica del Ecuador. Más allá de los números, estos resultados resaltan la extraordinaria riqueza biológica del Corredor Sangay–Podocarpus y fortalecen el llamado a una conservación basada en evidencia y sostenida por la ciencia y la acción comunitaria. Proteger a los anfibios es también proteger los ecosistemas de montaña que abastecen de agua y vida a miles de personas. Este esfuerzo conjunto entre investigadores, actores locales y socios estratégicos demuestra que es posible construir un futuro más resiliente para la biodiversidad ecuatoriana.
Por: Fundación Amaru