Transformando los sistemas alimentarios: Tres días para intercambiar, aprender y co-construir Institucional

El Taller Regional de Sistemas Alimentarios reunió en Cusco, Perú a actores de 13 países de América Latina para reflexionar sobre aprendizajes regionales, fortalecer coaliciones y co-construir acciones hacia sistemas alimentarios más inclusivos y sostenibles. 

© Dayana Lema, FFLA / Vista de la ciudad del Cusco en las primeras horas de la mañana / Cusco – Perú.

Con el cielo despejado y el sol despuntando detrás de las montañas cusqueñas en Perú, las y los participantes del Taller Regional de Sistemas Alimentarios comenzaron a llegar al lugar del encuentro. 

Venían de distintos países de América Latina (Argentina, Bolivia, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Ecuador, El Salvador, Estados Unidos, Guatemala, Honduras, México y Perú), con experiencias diversas y una misma convicción: seguir tejiendo caminos para transformar los sistemas alimentarios de la región.

El taller, organizado por la Fundación Futuro Latinoamericano (FFLA) con el apoyo del Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo de Canadá (IDRC, por sus siglas en inglés), se realizó en el marco del proyecto Mejorar la influencia y las contribuciones del conocimiento indígena hacia la transformación de los sistemas alimentarios en América Latina”. Desde este punto de partida, el taller buscó crear un espacio donde quienes participaron pudieran mirar de manera conjunta los aprendizajes acumulados en la región, contrastar experiencias y hallazgos recientes, incluidos varios estudios en agroecología, y reconocer las oportunidades que hoy se abren para acelerar la transformación de los sistemas alimentarios. A la par, el diálogo permitió explorar cómo fortalecer las coaliciones y alianzas entre distintos actores, entendiendo que sólo desde un trabajo conjunto es posible impulsar cambios más profundos y sostenidos.

© Dayana Lema, FFLA / Ceremonia de armonización con las y los participantes del Taller Regional de Sistemas Alimentarios / Cusco – Perú.

La jornada comenzó con una ceremonia de armonización. El fuego se encendió en el centro y su humo fue pasando suavemente por cada persona; luego, el chaguarmishqui, una bebida tradicional andina elaborada a partir de la savia fermentada de la cabuya y usada en ceremonias como símbolo de gratitud y conexión con la tierra, se compartió de mano en mano. Fue un momento profundo que les invitó a detenerse, respirar y recordar que la tierra de donde vienen también sostiene las ideas y los vínculos que estaban por co-construir.

© Dayana Lema, FFLA / Renaud De Plaen, representante del IDRC, brindando las palabras de bienvenida al taller / Cusco – Perú.

Tras este inicio, llegó la bienvenida oficial por parte de Renaud De Plaen, representante del IDRC, quien dejó resonando una frase importante: “En este espacio hay que pensar cómo obtener las lecciones, ver qué falta y saber cómo avanzar”. Era una invitación a mirar más allá de los diagnósticos e imaginar nuevas rutas colectivas.

Reconocer saberes, ampliar miradas

© Dayana Lema, FFLA / Conversatorio de experiencias con representantes de Rimisp – Centro Latonoamericano para el Desarrollo Rural, Universidad Nacional de Colombia y Eko Rural / Cusco – Perú.

La mañana avanzó entre conversaciones que fluían de una mesa a otra, donde se entrelazaban las voces de representantes de organizaciones de base, sociedad civil, pueblos indígenas y academia. A partir de los aprendizajes recogidos en el documento de “Síntesis Regional de experiencias sobre transformación de sistemas alimentarios – Co-crear, Participar y Sostener”, elaborado por FFLA, las y los participantes compartieron experiencias y reflexiones que dieron lugar a preguntas que abrían el pensamiento colectivo: ¿cómo integrar distintos tipos de conocimiento?, ¿cómo fortalecer la participación comunitaria y el rol de mujeres y jóvenes?, ¿cómo incorporar tecnologías desde los territorios y articular esfuerzos que ya existen?

En medio de ese intercambio cálido y atento, se fueron reconociendo aprendizajes, desafíos y oportunidades que fortalecen el camino hacia sistemas alimentarios más sostenibles, diversos e inclusivos en la región.

© Dayana Lema, FFLA / Participantes del taller profundizando sus ideas sobre lo compartido en el conversatorio de experiencias / Cusco – Perú.

Para profundizar en lo compartido durante el conversatorio, el grupo pasó a una dinámica participativa que fue tomando vida propia. Primero, cada persona tuvo un momento de reflexión individual; luego las ideas comenzaron a moverse en parejas, se ampliaron en pequeños grupos y finalmente llegaron a la plenaria, donde todas las voces se escucharon en conjunto. En ese ir y venir, el intercambio permitió ordenar ideas, contrastar miradas y abrir reflexiones sobre lo trabajado. 

Se destacaron reflexiones clave sobre el papel transformador de la agroecología desde una perspectiva integral. El diálogo de saberes y la co-creación de conocimiento emergieron como procesos fundamentales, basados en la confianza y la horizontalidad, integrando saberes técnicos, indígenas y locales en experiencias vivenciales y pedagógicas. La participación activa de comunidades (con énfasis en mujeres, juventudes y pueblos indígenas) fue reconocida como coautoría y liderazgo en procesos de transición agroecológica. Se subrayó la importancia de una comunicación comunitaria e intercultural segura, respetuosa y situada, que fortalezca redes locales y evite extractivismos del conocimiento. En cuanto a la gobernanza territorial, se reconocieron tanto sus avances en plataformas multiactorales como los retos persistentes para consolidar autonomía organizativa e incidencia política efectiva, en contextos marcados por asimetrías de poder y disputas territoriales.

Las reacciones surgían de inmediato: preguntas, intuiciones, acuerdos y también nuevas perspectivas. Ese intercambio permitió validar lo presentado y enriquecerlo con matices y experiencias que venían de distintas miradas.

© Dayana Lema, FFLA / Participantes realizando las dinámicas del taller / Cusco – Perú.

La tarde trajo consigo nuevas dinámicas participativas que animaron al grupo a ponerse de pie, moverse, reír y pensar en conjunto. Entre conversaciones espontáneas y ejercicios colectivos, el ambiente se fue llenando de una energía ligera, antes de cerrar la jornada. El día concluyó con la conversación sobre los estudios exploratorios de agroecología en la región, un espacio que invitó a mirar los sistemas alimentarios como procesos vivos: en constante cambio, capaces de adaptarse, resistir y transformarse junto con las comunidades que los sostienen.

El intercambio que impulsa la acción

© Dayana Lema, FFLA / Participantes aportando en la dinámica de recapitulación colectiva / Cusco – Perú.

El segundo día comenzó con una dinámica para retomar lo trabajado el día anterior. Una de las participantes lanzó las primeras preguntas y, casi de inmediato, las respuestas comenzaron a fluir: algunas personas recordaban ideas clave, otras aportaban con distintos comentarios, y así la conversación fue creciendo. 

© Dayana Lema, FFLA / Participantes compartiendo hallazgos sobre las condiciones que están transformando los sistemas alimentarios en América Latina / Cusco – Perú.

Después de esta recapitulación colectiva, llegó el turno de escuchar a representantes de instituciones. Cada intervención traía consigo miradas distintas sobre las condiciones que hoy están transformando los sistemas alimentarios en América Latina, generando un primer momento de ideas que luego se profundizaría de forma más dinámica.

Fue entonces cuando entró en escena la metodología del “café mundial”, un formato de diálogo en el que las personas rotan entre mesas para conversar en grupos pequeños sobre distintas preguntas. De inmediato, la sala se transformó en un espacio de movimiento constante: manos escribiendo ideas, voces que iban encontrando puntos en común, y miradas que reconocían experiencias similares en contextos muy distintos. Lo que había empezado como una serie de presentaciones se convirtió en un tejido vivo de intercambio.

© Dayana Lema, FFLA / Participantes compartiendo hallazgos sobre las condiciones que están transformando los sistemas alimentarios en América Latina / Cusco – Perú.

Al finalizar las rondas del café mundial, los grupos regresaron a la plenaria con una energía distinta: la de quienes ya han conversado, escuchado y afinado ideas entre varias voces. Una a una, las mesas fueron compartiendo lo que había surgido en el diálogo. 

Se subrayó que avanzar en la transformación de los sistemas alimentarios requiere condiciones como el fortalecimiento de la gobernanza territorial, el acceso equitativo a recursos, marcos normativos adecuados, y el reconocimiento de los saberes y derechos de pueblos indígenas y comunidades locales. Al mismo tiempo, persistieron temas que demandan mayor atención, como la profundización en la justicia de género, el rol de la salud en la agroecología, así como la necesidad de pensar también las limitaciones en relación a la comercialización de los productos. 

En este marco, se identificaron oportunidades vinculadas al impulso a la comunicación comunitaria e intercultural, la creación de políticas públicas con enfoque territorial y el fortalecimiento de redes regionales. Asimismo, se reconoció la necesidad de involucrar a una diversidad de actores (desde movimientos sociales, gobiernos locales y nacionales, hasta la academia y juventudes) con un rol activo y corresponsable. El diálogo también permitió reconocer que el hambre es una problemática persistente y estructural en América Latina, no solamente como falta de alimentos, sino como síntoma de un sistema alimentario desigual y excluyente. Además se propuso articular los esfuerzos colectivos desde un enfoque regional que promueva el aprendizaje mutuo, potencie las iniciativas locales y conecte procesos territoriales con agendas políticas más amplias .

© Dayana Lema, FFLA / Participantes exponiendo los resultados recogidos durante la dinámica del “café mundial” / Cusco – Perú.

Sobre ese terreno compartido llegó la intervención de Ana Deaconu, representante del IDRC, quien ofreció un contexto más amplio sobre la visión del trabajo en coaliciones. En el taller, hablar de “coaliciones” significaba pensar en formas de colaboración donde actores distintos unen esfuerzos, articulan conocimientos y construyen soluciones de manera conjunta. Son espacios que nacen de la confianza, del reconocimiento mutuo y del intercambio constante, donde la diversidad es una fuerza que impulsa transformaciones más profundas.

© Dayana Lema, FFLA / Ana Deaconu, representante del IDRC en el Taller Regional de Sistemas Alimentarios / Cusco – Perú.

Ana destacó la importancia de comprender cómo la colaboración, las sinergias y las alianzas entre sectores pueden potenciar procesos de co-creación. Explicó que, según los estudios revisados, avanzar de manera efectiva requiere valorar los aportes de cada actor y crear espacios donde el trabajo conjunto genere beneficios para todas las partes involucradas. Con esa perspectiva, invitó al grupo a reflexionar sobre cómo fortalecer las coaliciones en la región y qué condiciones son necesarias para sostenerlas en el largo plazo.

La tarde culminó con una feria de experiencias que llenó la sala de curiosidad. Cinco proyectos compartieron, desde sus propias realidades locales, cómo han puesto en práctica el concepto de coalición. Entre historias, preguntas y conversaciones cercanas, fueron apareciendo aprendizajes sobre lo que funciona, lo que todavía presenta desafíos y lo que necesita ajustarse para seguir avanzando. Fue un espacio de gran apertura, donde se recordó que innovar también significa proponer, corregir y volver a intentar. 

A partir de estas experiencias compartidas, el grupo puso sobre la mesa algunos aprendizajes y desafíos. El trabajo en redes, la articulación multiactoral y la incorporación de la agroecología en marcos normativos locales aparecieron como caminos que ya están dando resultados. Al mismo tiempo, se reconocieron retos que siguen presentes, como la sostenibilidad financiera, la desigualdad en el acceso a recursos y la necesidad de fortalecer la incidencia política a nivel regional. Para continuar avanzando, se identificó la necesidad de ajustar los mecanismos de articulación entre escalas locales y nacionales, profundizar en enfoques que integren género y juventudes, y consolidar procesos formativos continuos que fortalezcan la autonomía y la toma de decisiones desde los territorios.

© Dayana Lema, FFLA / Participantes compartiendo sus proyectos en la feria de experiencias  / Cusco – Perú.

Mirar el futuro y tejer redes

Para el tercer y último día, el grupo ya se movía con la confianza de quienes habían compartido más que información: reflexiones profundas, historias personales y miradas diversas sobre sus territorios. En ese contexto, la metodología de Tres Horizontes abrió un espacio transformador para mirar el presente del trabajo en coaliciones, reconocer los cambios necesarios y proyectar un futuro deseado. La herramienta propone, primero, observar cómo están hoy las condiciones; luego, identificar los cambios y ajustes que permitirían avanzar; y finalmente, imaginar de manera colectiva los caminos hacia el horizonte al que se quiere llegar y las semillas que se quieren cultivar.

© Dayana Lema, FFLA / Participantes aportando en la actividad “Tres horizontes”  / Cusco – Perú.

En el horizonte 1, las y los participantes coincidieron en que el sistema alimentario actual presenta múltiples señales de agotamiento, como la fragmentación institucional, las intervenciones aisladas, la concentración de poder en actores tradicionales, la pérdida de biodiversidad, la crisis climática y la desarticulación entre campo y ciudad. Este diagnóstico compartido permitió reconocer la urgencia de transformar las prácticas y las estructuras que sostienen un modelo desigual, extractivista y excluyente. 

En el horizonte 3, la visión colectiva a largo plazo imaginó territorios sostenibles, con comunidades organizadas, sistemas alimentarios diversos, economías locales fortalecidas y una gobernanza basada en la equidad, la participación activa y el cuidado del territorio. Este horizonte reflejó el anhelo de transitar hacia un modelo regenerativo y justo, donde la agroecología, la soberanía alimentaria y la vida comunitaria se consoliden como principios rectores del bienestar colectivo.

Finalmente, en el horizonte 2, se identificaron diversas iniciativas y procesos en curso que ya están generando cambios, como las prácticas agroecológicas comunitarias, las experiencias de comunicación popular, la construcción de redes y alianzas territoriales, y el fortalecimiento de capacidades locales. Estas “semillas” de transformación fueron reconocidas como oportunidades para fortalecer articulaciones, profundizar la participación social y avanzar en marcos de gobernanza más inclusivos, con potencial de escalar si se cuenta con recursos, sostenibilidad institucional y acompañamiento técnico.

Esta actividad permitió ordenar ideas y proyectar caminos posibles para avanzar hacia sistemas alimentarios más sostenibles e inclusivos en América Latina. 

© Dayana Lema, FFLA / Trabajo grupal de la actividad “Tres horizontes”  / Cusco – Perú.

Después de este ejercicio de proyección colectiva, el grupo pasó a una última actividad que buscó poner en gesto lo que habían construido en palabra. En la dinámica “Tejiendo una red”, un solo ovillo de lana comenzó a recorrer el círculo, viajando de mano en mano. Cada participante tomaba un tramo del hilo mientras compartía cómo le gustaría aportar a esta red que están co-creando, y luego entregaba el ovillo a quien seguía. Con cada turno, la lana iba dibujando una red visible que unía a todas las personas presentes. Ese tejido, formado con calma y simbolismo, representó sus compromisos, sus deseos de colaboración y la intención profunda de mantener vivas estas conexiones más allá del taller.

© Dayana Lema, FFLA / Participantes realizando la dinámica “Tejiendo una red”  / Cusco – Perú.

Una visita que queda en el corazón: El Parque de la Papa

© Dayana Lema, FFLA / Ricardina Pacco CCapa en el Taller Regional de Sistemas Alimentarios / Cusco – Perú.

“Los agricultores que trabajamos no nos rendimos; haya o no cambio climático, seguimos, y esa es la fortaleza que tenemos”. 

Ricardina Pacco CCapa – Parque de la Papa

© Dayana Lema, FFLA / Visita al Parque de la Papa / Pisac, Cusco – Perú.

El Parque de la Papa es una iniciativa gestionada por comunidades quechuas del pueblo de Pisac, en Cusco, dedicada a la conservación de la agrobiodiversidad andina, especialmente de las variedades nativas de papa. A través de prácticas agrícolas tradicionales, participación comunitaria y manejo territorial colectivo, las comunidades protegen recursos genéticos, conocimientos ancestrales y sistemas productivos sostenibles. El parque también impulsa iniciativas de turismo vivencial, educación intercultural y desarrollo local.

Entre paisajes que combinan historia y altitud a lo largo de la Cordillera de los Andes, el grupo emprendió una visita a este parque. El recorrido inició en el restaurante gastronómico, donde tuvieron la oportunidad de degustar los alimentos preparados por la comunidad a base de distintas variedades de papa cultivadas en la zona.

© Dayana Lema, FFLA / Restaurante gastronómico del Parque de la Papa / Pisac, Cusco – Perú.
© Dayana Lema, FFLA / Platos preparados por la comunidad en el restaurante gastronómico del Parque de la Papa / Pisac, Cusco – Perú.

Luego de la degustación de comida tradicional preparada con productos locales, el recorrido siguió hacia el banco de semillas y el centro de interpretación del parque. Allí, las comunidades que resguardan la agrobiodiversidad andina recibieron al grupo con mucha alegría y calidez; y, con gran orgullo, compartieron sus conocimientos sobre la conservación y producción de las papas nativas, así como las historias detrás del mercado de artesanías que sostienen las familias de la zona. Cada explicación revelaba conocimientos técnicos, saberes ancestrales y una relación profunda con la tierra y sus semillas.

© Dayana Lema, FFLA / Recibimiento de las personas del Parque de la Papa a las y los participantes del taller / Pisac, Cusco – Perú.

Con esa vivencia aún fresca, el taller llegó a su cierre con un sentimiento compartido: este no era un final, sino un punto de partida. Las y los participantes regresaron a sus países con nuevas herramientas, sí, pero sobre todo con vínculos fortalecidos y una certeza común: la transformación de los sistemas alimentarios es posible si se construye en red, con escucha, compromiso y diversidad.

© Dayana Lema, FFLA / Participantes del Taller Regional de Sistemas Alimentarios / Cusco – Perú.